Prefacio del libro « Diario de un joven alpinista » de Paul Keller
Pierre-Larry es un poeta vagabundo. Su diario es un diario de viajes en el que habla con cariño de todo lo que ve y con quien se encuentra. Por encima de todo, le encanta la montaña y ama a la gente.
Su carrera, rica de experiencias, sigue dos trayectorias que se alternan constantemente: los periodos de entrenamiento y los de la práctica en el terreno. Uno de estos itinerarios es deportivo y probablemente le conducirá a convertirse en un guía de montaña. La otra es humanitaria y ya le ha conducido al Kosovo, a Afganistán y Palestina con diferentes ONGS (entre ellas Médicos del Mundo, una de las más conocidas). Una vida muy completa y ¡algo nómada! Pero entre estas dos actividades poco remunerativas, trabaja como patrullero de esquí y preparador físico en la zona de Grenoble, donde lo conocí.
Simpatizamos rápidamente, « el viejo » y « el joven » compartiendo recuerdos de viaje, experiencias vividas y lecturas diversas. El hombre es de una curiosidad viva, de una sensibilidad extrema, siempre dispuesto a aprender. Es un poco vacilante, atento y fraternal, frágil y fuerte a la vez.
Su diario es modesto. Nos cuenta, con espontaneidad y a veces ingenuidad, lo que ve, lo que siente, lo que quiere descubrir. Hay que leerlo como quien oye a un amigo, describiendo paisajes, admirándose y conmoviéndose, contándose a sí mismo y haciéndonos participes como interlocutores silenciosos. Se trata de una lectura en zigzag, con palabras evocadoras que a veces sorprenden. Es un lenguaje hablado que invita al diálogo.

Paul Keller
25 de marzo de 2012